27 julio 2006

¿Problemas con la erección?


Los hombres nos lo tenemos muy creído por haber sido capaces de trascender de los monos cuadrúpedos y convertirnos en “homo erectus”. Y no vamos a negar que la erección nos ha beneficiado. De algún modo, nuestras manos quedaron libres para expresarse, y la imaginación también se puso a maquinar…

Pero bien mirado, no debe de ser tan bueno lo de andar siempre erecto, ya que son millones de criaturas sobre la tierra y sólo al hombre se le ha ocurrido apartarse de la norma. Deberíamos aprender de la madre naturaleza. Siempre he creído que practicar deportes es erróneo, porque ningún animal, excepto el hombre, se pone a correr gratuitamente o a ejercitarse los músculos bajo la sombra de una acacia. Si un animal corre o se estira es para conseguir su alimento.

Todas las enfermedades del hombre de nuestros días tienen su causa en este desafío a la naturaleza. Queremos ser originales a toda costa y nos apartamos del comportamiento natural de las especies. Y acabamos como acabamos.

¿Ha cumplido usted 40 años? Pues entonces le felicito solidariamente por su recién descubierta hernia de disco, extrusión, protrusión o lo que le haya tocado: bienvenido al club. Nos hemos inventado un modelo de vida laboral y social que parece perseguir un único y obsesivo propósito: plantar el culo en todas partes. Viajamos sentados, trabajamos sentados, comemos sentados, vemos la televisión y el cine sentados, tomamos las copas sentados. No existe prácticamente ninguna actividad (excepto dormir) que no se haya planificado pensando en las sillas. Justo lo contrario de lo que hacen nuestros sabios hermanos: el resto de las criaturas de la naturaleza. Y claro. Nuestra columna no está diseñada para esta postura tan forzada, tan contra natura. Lo natural es estar echado, o a cuatro patas. Fíjense en una vaca: la vemos plantada sobre sus cuatro patas en la pradera, pastando, y luego echada en el suelo, muy cómoda, rumiando las verdes yerbas. ¿Podemos imaginar una vaca sentada en una silla? ¿Verdad que da grima imaginar todo ese corpachón tirando de la delicada columna vertebral? Pues es lo que nos pasa a nosotros: abusamos de la silla y a los 40 años todos acabamos con nuestra particular hernia de disco. Los días felices han acabado.

Los griegos no iban mal encaminados: cuando oficiaban sus bacanales o sus reuniones se recostaban sobre un diván y ahí, cómodamente y con la columna en reposo, bebían vino, triscaban uvas o debatían sobre cómo alcanzar la felicidad o la mejor forma de gobernar un pueblo. Sin embargo, hoy en día a ninguna empresa se le ocurre preparar una sala con camas otomanas para que los ejecutivos celebren consejos de administración y discutan presupuestos. Deberían hacerlo. El 80 por 100 de las bajas laborales se deben a dolencias lumbares.

En definitiva:estamos abocados a la parálisis o a la incapacidad. Como no se ponga remedio acabaremos todos en sillas: pero sillas de ruedas. Debería propugnarse una reconversión postural con todas las consecuencias. Las iniciativas como la de Pilates son tibias y no resuelven nada. Pilates pretende que con ir por la vida apretando las nalgas y sacando hombros se conseguirá la salud de la espalda y se ganará en elegancia. Pero no, eso es poco: fíjense en un gato que en el mes de febrero sale a trastear por un tejado en busca de amada, con las cuatro patas bien plantadas en el suelo y con el rabo levantado: ¡eso sí que es elegancia!

¿Estaría tan feo que los hombres abandonáramos las sillas, los despachitos, las salas de reuniones, y nos echáramos a la calle, todos a cuatro patas y con el rabo levantado? No creo que resulte tan espantoso, y es seguro que las consultas de traumatología se verían aliviadas…

Mientras esa conquista social no se produzca, y para mitigar mi dolor personal y el del resto de colegas de la blogosfera, me he permitido un pequeño invento. Lo llamo invento porque no creo que a nadie más sobre el planeta se le haya ocurrido. Pensé patentarlo pero descubrí que soy perezoso y el procedimiento demasiado complicado y oscuro. También pensé en la rabia que me daría hacerme millonario con tan poco esfuerzo. Por eso he decidido compartir mi invento con la humanidad, publicarlo aquí sin haberlo registrado para que lo copien todos o para que una multinacional se lucre, me da igual. Es un producto “share”. Lo ven ahí en la foto. Es sólo para usar en la casita: por muy enrollado que sea su jefe, no va a dejarle que se acueste en la oficina.

Se trata de un atril. Primero usted debe abandonar el capricho de tener un ordenador de sobremesa, con su parafernalia de cables y monitores y teclados y ratones y cepeús. Hágase con un sencillo portátil y un router y navegue con total libertad acostado en la cama. Sus piernas estarán libres para estirarse o encogerse. El ángulo del cuerpo con respecto al teclado es el mismo que si estuviera sentado. La ventaja es que puede estar horas, que su columna no sufrirá. La técnica de construcción es fácil: un pequeño tablero y cuatro listones de madera que se unen con tirafondos (tornillos de toda la vida, para los que no hayan visto nunca Bricomanía).

Usted, amigo bloguero (esto engloba a hombres y mujeres, me niego a la tontería del lenguaje de género), posteará feliz, sin tener que frotarse la rabadilla cada cinco minutos para disipar el dolor. Se sentirá tan contento que ni siquiera le molestarán los comentarios agrios de los troll (porque un troll, amigo mío, igual que una hernia de disco, le sale a cualquiera). Eso sí: para que el invento funcione bien uno necesita estar tipín (como diría Falinda). Si a uno le crece la barriga, el atril hay que ponerlo muy elevado y los dedos no alcanzan a escribir. Tampoco sirve para las personas de brazos cortitos (salvo que se pongan unos zancos en los codos). Bueno, para navegar sin escribir sirve sea cual sea el cuerpo que se tenga, porque el ratón se pone en horizontal sobre la cama.

Es un invento para internautas herniados y para todos los amantes de la posición horizontal: ¿Te gusta navegar?

23 julio 2006

Humillación del eterno masculino


Hoy estaba previsto difundir al mundo un grandísimo invento (los cursis de la tecnología lo llamarían un “gadget”) pero el esperpéntico suceso del sábado por la mañana en La Alameda me obliga a cambiar de planes. Tengo la moral gateando por los suelos y el orgullo de ser hombre encerrado en un armario. Mi eterno masculino ha sido humillado y ahora ¿qué va a ser de mí?


Todo comenzó cuando hace unos días a FALINDA le dedicaron un par de páginas en Glamour, y le prometí vencer el ridículo de acercarme a un quiosco a comprar un ejemplar de esa revista para mujeres frívolas. Cuando hice esa promesa no podía ni imaginarme la tragedia que estaba en ciernes.


La mañana no era propicia. El calor se había desatado, al fin, en el ámbito paradisíaco de Canarias. El bochorno y el sofoco se democratizó y en buena hora podemos sudar en igualdad españoles de todas las regiones, peninsulares y ultraperiféricas. Me acerqué a la Capital con el propósito principal de adquirir un adaptador para Memory Stick Pro Duo (¿qué es esto?) y con la misión secundaria de comprar Glamour. Jah. Mi Quiosquero me estaba esperando. Lo llamo Mi Quiosquero no porque lo conozca de toda la vida, sino precisamente porque hace años que no compro nada en un quiosco. Miré por todos lados y no encontré nada con la palabra “glamour”. Soy tímido y no me gusta preguntar, pero no me quedó más remedio (háganse una idea, para un hombretón como yo, tan parecido al Mr. Big de Sexo en Nueva York, resulta igual de duro preguntar por una revista de frivolidades en un quiosco que pedir condones en una farmacia):


YO: ¿Tiene la revista Glamour?

MQ: Sí, ahí debajo…

YO: (Con cara de haber visto al demonio) ¡¿Esto?! ¿Esta cosa?

MQ: Sí, es que viene con ese bolso de regalo (vean en la foto el tal bolso de color fucsia, es lo que podríamos denominar en el argot “un bolso ideal”).

YO: Bueh (resoplo)… es que… ¿Y qué hago yo con esto?


Mi Quiosquero se compadeció de mí, él dio por supuesto que yo era el perfecto calzonazos, casado con una mujer frívola capaz de hacer de mi capa su sayo. La situación resultaba la mar de humillante para mi eterno masculino. Encima al coger el bolso se me escurrió la revista y cayó al suelo: ¿una revista de formato pequeño? No entiendo, pensaba que las mujeres las preferían grandes.


MQ: Mire, a usted le mandaron que comprara esto, y usted se lo lleva. No lo piense más.


Me lo colocó todo dentro de una bolsa de plástico para que marchara con dignidad por la calle. Pero la procesión iba por dentro: no le aclaré a Mi Quiosquero que en realidad la revista era para mí, tampoco había necesidad de explicarle cosas que él jamás entendería (es que Falinda tiene un Blog, que por cierto no es un Blog de moda, estúpidas reporteras, y le dedicaron dos páginas, y… bueno ¿usted tiene Internet?). ¡Claro que no tiene Internet! Los quiosqueros cuando llegan de trabajar se refrescan, comen, eructan y se duermen viendo un documental de animales en La Dos. Ellos ignoran lo que es postear.


Ya está, pues, la revista en casa. Y el bolso, que a ver a quién se lo regalo (¿cambio bolso fucsia ideal por una mansión en Canadá?). Me ha sorprendido esta revista. Los titulares de la portada son más o menos: guapa y chic rápido, ¡orgasmo siempre!, chica lista ahora sé pedir un aumento, citas sexy noche y día… Y luego el interior es toda una orgía de piernas, jovencitas con sus labios besucones, cuerpos y cuerpos, lencería provocadora, bikinis. La palabra sexo está escrita por todos lados, explícita o implícitamente. Mi resumen para esta publicación es este: TE PONE COMO UNA ESTUFA. No me extraña que nuestras muchachitas acaben como acaban: salen por las noches enseñando los canalillos, las ingles, con unas caritas que dicen a quien quiera entenderlo “soy el pecado en persona, quiero follarte”, se toman cinco gin tonic y luego rematan la jornada revolcándose tras los matorrales con el primero que les dice bonita. Y poniendo en práctica todos los consejos de la revista Glamour para obtener ¡orgasmo siempre! Si yo tuviera una hija adolescente no la dejaría leer esta revista. Bueno, si alguien no tiene calefacción en su casa y es inverno, que le compre la revista: la niña se pondrá como una estufa y habrá resuelto su problema.


De todas formas, encontré algo útil en Glamour, que me sirvió para mitigar la humillación de mi eterno masculino. En la página 103 se describen las propiedades organolépticas que deben tener los hombres de verdad: odian bailar, no son vanidosos, LES GUSTAN LAS JOVENCITAS, nunca lloran, necesitan sentir que tienen el control, no les importa la moda y jamás muestran sus emociones. Jeje. Pues yo cumplo todos estos requisitos. Tengo un bolso fucsia ideal colgado en mi armario junto con los cinturones y las corbatas, ¡pero soy todo un hombre! Jeje. Como Mr. Big.

16 julio 2006

Del amor y el trueque en los tiempos de Pocholo














Lo del tipo ese, el tal MacDonald, que consiguió una casa a partir de un clip rojo tiene delito. Yo creo que es un montaje, pero se ha convertido en el notición del verano: se repite hasta la saciedad en blogs, periódicos, revistas, televisión... La gente se queda con la boca abierta: ¿Cambiar un clip rojo por una casa? Ya nadie se acuerda de que MacDonald vendía hamburguesas Super-Size: ahora MacDonald es el muchacho que pilló su keli haciendo trueques en Internet. Y el capital inicial fue ese famoso clip de color rojo (a lo peor hasta usado). Yo veo en el trasfondo oscuros intereses comerciales: ahora mismo miles de imitadores habrán iniciado su particular subasta temeraria en busca de la fama. Muchos ya han conseguido por lo menos hacer el ridículo, como ese aventajado de Oviedo, que ha conseguido cambiar sus zapatillas por una entrada de concierto (chaval, te queda mucho que sufrir para pillar tu keli). Todo esto es comercio en la red, orgías de correos, blogs, publicidad, spam de alargadores de penes y retardantes de la eyaculación (¿soy el único o a ustedes también les ofertan esas guarradas?).

Pero el trueque que ahora se quiere resucitar ha existido desde los albores de la historia. Mi abuelo, que vivió en los tiempos del cólera y de la hambruna que siguió a la Guerra Civil le llevaba tres peras amargas a una mujer peluda que vivía en la ladera para obtener favores de amor. ¿Cómo podía sobrevivir en aquella época una mujer peluda? No había dinero para comida, menos para cremas depilatorias. Nadie se casaba con una mujer peluda, y sin marido no había alimentos. Sólo podía dedicarse al oficio más viejo del mundo. Pero claro, en una aldea donde todos los hombres eran pobres no era posible cobrar 60 Euros por servicio, como cobran hoy en día las novias de alquiler brasileñas en el lupanar llamado Valdés Center (Los Cristianos, sur de Tenerife). Los hombres pagaban con lo que tenían de sobra: un cesto de papas, un puñado de higos… A mi abuelo lo único que le sobraban eran las peras que daba el peral amargo: precisamente porque los frutos eran tan ruines que hasta su famélica familia los rechazaba.

Todavía siendo yo pequeño asistí a los últimos vestigios del trueque. Yo vivía en una zona rural profunda, donde el nivel de vida equivalía al de los actuales países subdesarrollados. En la escuela repartían leche en polvo de la FAO, eso lo dice todo. Se comía lo que daba el campo y los animales. Nada de supermercado y casi nada de dinero. De vez en cuando aparecía por el pueblo un vendedor ambulante con su furgoneta que olía a plátanos y a salazón. Nos cambiaba un lote de arenques salados por unos cuantos kilos de papas. El hombre de la furgoneta se quedaba tan contento que, antes de irse, sacaba un plátano y nos lo daba de propina a los niños (se trataba de un plátano de Canarias, con pintitas).

Volviendo al trueque del clip rojo: a mí hay algo que no me cuadra. Es imposible comparar el valor de un clip con el de una casa (una mansión, por lo que se ve en la foto). Hizo sólo 14 operaciones de trueque. Al parecer, antes de la casa lo que tenía era el derecho a representar un papel en una película, aunque no se dice si de secundario o de prota. Tampoco se dice si esa película es una superproducción o el corto de algún debutante friki. Vamos a suponer que se trate del papel estrella en una gran película, y eso explique que alguien le entregue una casa (que vale millones) a cambio del papel. Ahhhh. Ahí está la trampa: ¿cómo obtuvo MacDonald ese papel? ¿Lo cambió por la vieja furgoneta destartalada o por la barbacoa? ¡Por dios! Seguro que el trueque fue otro. Seguro que se parece más a lo que hizo mi abuelo con las peras amargas. Todos sabemos que para obtener un papel en una gran película hay que acostarse con el productor o con el Director…

En las fotos promocionales de "Volver", Pedro Almodóvar le pasa la mano por la cintura a Penélope: la actriz española mejor posicionada del momento. Pero ¿cómo ha conseguido esta chica ese carrerón? ¿Por su cara bonita? ¿Por sus dotes interpretativas? Nooooooo. Esta chica ha follado a cambio de. Su primer gran papelón se lo dio Amenábar, “Abre los ojos”, y bueno, seguro que se lo tiró, porque guapa no es (por más que miro su cara y su cuerpo no encuentro por ninguna parte las divinas proporciones del Hombre de Vitrubio) y lo que se dice interpretar: habla como una chica de pueblo en una obra teatral de colegio de monjas. Entonces es seguro que tuvo sexo salvaje con el guarrón de Amenábar, que es un mujeriego de padre y señor mío… Eso le dio derecho a revolcarse con la mandolina de Nicolas Cage, y ya por último Almodóvar le entregó el papelón de su vida . Está claro igualmente que hubo más de una caída de Roma entre esos dos: en las fotos se nota, yo conozco esa forma de agarrar una cintura, y esa mirada de verraco que pone el Pedro (otro mujeriego insaciable): esos dos han tenido sexo hasta perder los papeles (bueno, hasta obtener los papeles). Y seguro que Penélope, con lo que ganó en la película “Volver” también se agenciará su buena casona. Lo de MacDonald no fue por un clip: el clip seguro que todavía lo guarda en el cajón de su escritorio. Lo más probable es que MacDonald se acostara con el productor de la película para obtener el derecho al papel estelar.

Ahora sólo me queda lanzar al aire mi particular subasta. También quiero convertirme en un jodido imitador. Pero ojo. No confundan: esto va sólo dirigido a mujeres. Voy a proseguir la estela de mi abuelo. Me iré a Alcampo y compraré un kilo de peras, pero no amargas, sino dulces peras devoir (por cierto, saludos a la chica que me pesa la fruta…). Y comienza la subasta: ¿Alguna está dispuesta a ofertarme algún tipo de favor por ese kilo de peras? No sean tímidas. No soy pretencioso. No es preciso llegar a la cama, esto es sólo un experimento en la red, me basta con una cita para ir al cine y el derecho a coger la mano, por ejemplo.

Espero respuestas. La subasta queda abierta. Hay un kilo de peras sobra la mesa.

PS: El sentido de la foto de portada es que si buscamos imágenes de peras en Google, el primer vínculo que nos sale es esta chica con manzanas al fondo. A mí me parece que es apropiada.

09 julio 2006

¿Es usted activo o pasivo?


Se acaba de publicar el INFORME ANUAL eESPAÑA y nuevamente se pone en cuestión nuestra virilidad. Dice este informe que los hispanos la tenemos pequeña: la blogosfera. Parece que blogueamos poco y mal, lo que en mi caso debe de ser cierto, ya que lo hago sólo los sábados por la noche, como cualquier matrimonio de cuarentones, y al final ni siquiera me quedo satisfecho. Parece que los Blogs en español no llegan al 3 por 100 de la tarta mundial. Los japoneses se llevan la palma. Se habían pasado muchos años con una cámara fotográfica en la mano, y ahora parece que se han pasado al deporte del posteo. Yo quisiera postear en japonés, pero se me da fatal porque tengo los ojos poco achinados.

He estado investigando un poco al azar por BLOGSPOT y realmente sólo encontré bisutería, y muy escasa. Pocos Blogs, la mayoría con perfil incompleto, algunos pretenciosos y otros con dos penosos renglones hasta morir. Parece que muchos de esos cadáveres de Blog son el fruto de la noche blanca de toda suerte de individuos de color gris, que imaginaron poder redimir a la humanidad al tiempo que se quitaban de encima un poco de tedio: ¿Y que tal si publico un Blog? ¿Y sobre qué escribo? Ah, ya sé: de restaurantes y sitios de ocio guays. Escribe tres frases de alguna taberna o bareto que recuerda, publica el post y todo eso ocurrió hace un año y todavía sigue “trabajando” en su siguiente artículo. Blog de puta madre. También está el caso del que tiene una ocurrencia chachi y original para alcanzar la fama: hacer el perfil como si fuera una hembra, añadirle una foto de una tía con tetas explosivas y lanzar un post en el que promete que allí tendrán cabida los temas de sexo más calientes y actuales, que el sexo es un arte y bla bla. Luego corroboramos que el Blog no tuvo mayores movimientos, un salido que dio ánimos a la supuesta blogger, uno de estos pelotillas que adulan a las mujeres bloggueras porque piensan que “nunca se sabe”: si es hembra es una oportunidad. Jah. Blog de puta pena. Y puta de mentira: ese Blog lo generó un macho con poca imaginación.

En el vagón de cola de la actividad bloguera, por tanto. Blogs escritos: 3 por 100. Peor que en los mundiales de petanca.

En la tertulia de los jueves del Club Literario La Orchilla, la semana pasada el Sr. Mantel argumentó que los Blogs podrían convertirse en un revulsivo para la narrativa, que podrían desarrollarse sin duda nuevos géneros hasta ahora no explorados, como podría ser el “relato multimedia” (fueron sus palabras), que combina texto, fotografías, vídeos, vínculos y otros elementos sorprendentes como publicidad (RON ARMICHE) o evangelizadores (DORAEMON). Sin embargo, Mantel se mostró cauto, ya que de momento el público no demuestra su interés por esta forma nueva de literatura: la prueba es la escasez de comentarios de la mayoría de los Blogs medianos. En esa ocasión, me permití discrepar del Sr. Mantel porque se está olvidando, a mi entender, de que hay lectores muy interesados en los Blogs, pero que sólo leen y nunca comentan. Y es así.

Los lectores de Blogs son como los maricones. Los hay de dos clases: activos y pasivos. Hay unos que siempre o casi siempre comentan a los post que leen, y participan en el debate (los comentarios suelen ser lisonjeros, pocas veces aparece el típico “troll” para intentar aguar la fiesta). Los lectores activos, los que comentan, de ordinario regentan su propio Blog, y por tanto pertenecen al extracto de los que disfrutan escribiendo. Pero luego están los pasivos, que aguardan impacientes a que sus bloggers favoritos actualicen para ver por dónde se salen de madre esta vez. Pero claro: no dejan huella. Los pasivos se beben el contenido del post, cierran la ventanita y desaparecen.

¿Y por qué los pasivos son pasivos? Para responder a esta pregunta (que me quita el sueño) me dediqué hace unos días a realizar una encuesta. No sé a cuántas personas hay que encuestar para que el estudio tenga validez científica. El caso es que no tenía tanto tiempo disponible y entrevisté sólo a una lectora de las que no comenta nunca, pero que sé que lee y se entusiasma. ¿Tiene rigor científico este estudio? Le pregunté a esta lectora anónima que por qué ella no comentaba, y su respuesta fue ésta:

-Es que yo sólo quiero chupar…

Les juro que lo que les cuento es verídico. Ahora no estoy inventando una patraña. La lectora contestó exactamente eso, y a mí se me puso la cara blanca y los ojos me saltaron como garbanzas. Pero ella matizó enseguida, o se aclaró:

-Es que yo sólo quiero chupar… la energía. Leo para contagiarme del buen rollo, para reírme, pero no escribo comentarios porque escribir supone un esfuerzo, y yo no busco gastar mi energía, sino CHUPAR ENERGÍA.

En conclusión, aquí tiene la verdad, Sr. Mantel (Sres. y Sras. Bloggers): usted escriba, ponga toda la potencia, desnúdese, provoque, extraiga de sí cuanta energía pueda y publique: porque siempre habrá una lectora anónima dispuesta a chupársela (la energía).

Y ahora que ya sabe, estimado lector, cómo funciona el asunto, permítame que le haga una pregunta muy directa: ¿Usted es activo o pasivo? Ya sabe que para demostrar que es activo debe colgar un comentario a este post. Y si no comenta debo recordarle que usted quedará registrado como pasivo, ya que BLOGGER recopila las IP de todos visitantes de la página y los incorpora a un fichero. También le recuerdo que si es usted pasivo, usted se parece al individuo que enseña el culo en la foto de la portada. ¡Que lo disfrute!

02 julio 2006

Cristo murió de un latigazo cervical



El Código Da Vinci es un libro que muchos escritores buenos desearían haber escrito para pillar una pasta gansa. Pero es abominable. Como literatura pertenece al género de los cagarros, y algunos no dudan en alimentar a sus perros con ejemplares de esta obra… Yo no pude sustraerme a la tentación de leerlo, y lo compré, pagando el caro precio que piden por él. Como no tengo perro opté por regalárselo a una sobrina, juntamente con “La sombra del viento”, otro cagarro que ha hecho millonario a su autor.

El único mérito de El Código Da Vinci es que le ha abierto un poco la mente a los jóvenes (y a los no tan jóvenes) respecto al menudo timo que es la religión católica. ¡Cuántas mentiras infumables nos han grabado a fuego en nuestras mentes inocentes durante siglos de monopolio informativo! Una de esos grandes embustes intragables es el de que Cristo, siendo Dios, era también hombre, pero un hombre que jamás sentía deseos sexuales, que no practicaba sexo ni consigo mismo, ni con mujeres, ni mucho menos con otros hombres o con niños (a diferencia de los llamados Vicarios de Cristo, que han venido usando de estas prácticas con regularidad y satisfacción). Recuerdo que, siendo yo adolescente y creyente, me atormentaba por fantasías de Cristo follando: cuanto más trataba de evitarlo, más persistente se volvía el pensamiento: pecado mortal. Era un drama para alguien que creía en un Dios que le espiaba todos sus pensamientos y que aplicaba castigos…

Gracias al Código Da Vinci, los adolescentes de hoy saben que Cristo era un hombre como otros: con su pene, con sus deseos, con su pareja. Los jóvenes de ahora ya no incurren en pecado cuando imaginan a Cristo llegando a casa después de una dura jornada de trabajo: Magdalena le recibe con un beso en las bembas, le recrimina, ay ay, cómo me vienes, con la túnica hecha unos zorros, y yo a frotar y a frotar, que mira que todavía no se inventó Kalia, con lo que te tengo dicho que no te metas tanto a curar leprosos, que ensucia mucho, que es mucho más limpio expulsar demonios; y anda anda, ve a lavarte que ya tienes en la mesa tu pan sin levadura, como te gusta; date prisa que ya se me fue la regla y tenemos que celebrarlo…

Al parecer, Dan Brown está preparando una segunda parte del Código, tanto en libro como en película. Esta vez va a plagiar el trabajo de un antropólogo noruego que se ha pasado doce años en Palestina investigando sobre la crucifixión de Jesús. Este científico ha causado un enorme revuelo en la curia romana, ya que asevera que Cristo no murió en realidad a consecuencia de la lanzada en el costado, o de la corona de espinas, o por una hemorragia interna. La idea del noruego parte de que la cruz que usaban los romanos no era de cuatro puntas (como la que se usa en toda la imaginería cristiana al uso), sino la llamada “tau”, es decir, con forma de T. Una cruz sin protección cervical… Cuando llegaron al final del Calvario, los romanos izaron la cruz de Jesús por medio de unas poleas. El cuello del nazareno sufrió en esta subida un brusco tirón (latigazo cervical), que le causó la muerte por desnucamiento, cosa que podría haberse evitado si se hubiese usado una cruz de cuatro puntas.

La familia de Cristo (Magdalena y los tres hijos, que componían la llamada “Sangrial” o “Sangre Real”) presentó al gobernador romano Poncio Pilates la pertinente demanda por responsabilidad civil, a la que tenían derecho porque les era de aplicación el llamado “ius gentium”. Poncio Pilates se lavó las manos, como quien dice, evadió la responsabilidad alegando una excusa que a Magdalena le sonó a chufla, pero que era del todo cierta. Poncio Pilates les contestó que lamentaba el triste suceso, que nunca fue intención llegar a las manos, y que la crucifixión no iba a ser más que un “reality show”. Pero que para la indemnización era un mal momento, ya que había invertido todos sus ahorros en una cadena de gimnasios especiales. Según explicó, se le había ocurrido un método nuevo de gimnasia pasiva con el que pensaba forrarse. La ocurrencia fue casual, y le vino a la mente un día de parada militar. En medio del acto protocolario, del que no podía ausentarse, le sobrevino un cólico. El pobre hombre estaba que se iba por la pata, y se la pasó el desfile apretando el culo para evitarlo. Al acabar, se dio cuenta de que esta postura de apretar el culo aliviaba el dolor de espalda, y daba a la figura un porte bastante elegante.

Este acontecimiento resultó tan trascendente que ha determinado la historia moderna. Hoy en día, los edificios que más abundan en el mundo son de dos tipos: las iglesias cristianas y los gimnasios de Pilates.