31 marzo 2007

Mujeres con rabo: ¿dónde mear?



Cuando estudias Derecho, una de las primeras cosas que te enseñan es que la Ley lo puede todo, menos cambiar un hombre en mujer. Bien, pues en España, desde hace unas semanas, la ley también puede cambiar un hombre en mujer. Acaba de aprobarse una norma que permite que cualquier persona pueda cambiar el sexo con el que figura inscrita en el Registro Civil sin tener que operarse. Es decir, un individuo que nació con cuerpo de hombre ya no necesita inflarse las tetas, cortarse el rabo y cavarse un agujero para que el Registro Civil le otorgue el título de Real Hembra.

A mí estas cosas me gustan, que quieren que les diga. Los gobiernos insolentes que rajan contra las tradiciones y la moral rancia me suben el tono. Me encanta ver a los obispos o a los falangistas escamándose por los matrimonios hombre-hombre, mujer-mujer. Y ahora tenemos esto. Jah.

De todas formas el asunto no es tan fácil. La ley muy bien, pero ahora hay que aplicarla, y el Gobierno en esto nos ha dejado solos. A mí esta semana se me ha presentado un conflicto de cojones, y nunca mejor dicho. La cosa sucedió así:

Uno de mis empleados me cogió a primera hora de la mañana y… Bueno, no quiero decir que “me cogió”, quiero decir, que entró al despacho, se plantó en la silla y empezó a largar. Me dijo que iba a acogerse a la nueva Ley del Registro Civil, y que se inscribiría como mujer. ¿Y a mí qué me importa, Pedro Porta? ¿Por qué me lo cuentas? Jah, lo que pretendía es que, en cuanto le aprueben el cambio de identidad sexual, que le dejen usar el baño de mujeres.

Jeje, me reí. Qué gracia. Creí que estaba de broma. Pedro es de muchas ironías. Pero el cabrón me mostró la instancia y era verdad. Joder, joder, menudo papelón. ¿Y qué podía hacer yo? Lo primero es el diálogo. Consulté con algunas de las chicas de la oficina, con las que tengo más confianza. Y todas se quedaron amarillas, que ni de coñas, que menuda carota, el Pedro Porta.

Y tienen razón. Porque Pedro Porta no tiene, precisamente, aspecto de mujer. Es un tipo de unos cincuenta años, bastante gordo y peludo como un orangután. Lleva incluso bigotillo de facha. No es nada femenino. Es más: de todos los que trabajamos en la planta, es el que más paquete tiene, y lo muestra. Usa unos vaqueros muy ceñidos, y lo marca todo: es como un chorizo de cantimpalo y dos riñones de cerdo comprimidos. Lo único es que se da un poco de carmín en los labios, y se dobla las pestañas. Pero sigue siendo a ojos vistas un pedazo de animal macho.

Se lo expliqué, que las chicas no querían, que lo comprendiera. Pero él me replicó que lo entendiera a él, que llevaba mucho tiempo soportando la humillación. Que en su interior él se sentía “una señora” (me lo dijo con esas palabras, angelito), y que le resultaba muy violento entrar al baño de hombres y verlos todos allí contra la pared, sacudiendo sus venablos. Me amenazó con ir al sindicato.

Así que me cagué en la nueva Ley del Registro Civil, y por primera vez añoré los tiempos en que gobernaba la derechona. ¿Cómo se resuelve una papeleta así? A la mañana siguiente, al despertarme, se me encendió la bombilla: Ya está, que haga pis en el baño de discapacitados, que está muerto de risa (sólo lo usa la limpiadora para tomarse su bocadillo a media mañana). Fui contento a decírselo a Pedro pero fue como mentarle al diablo: Que qué me creía, que lo que estaba haciendo vulneraba su honor y le discriminaba sexualmente. Me argumentó que ser transexual no estaba considerado una discapacidad. Y yo patinando, mierda, rojo de ira. Pero al final lo rematé:

-¿Qué no es una discapacidad? Mira, Pedro Porta: ¿Qué clase de mujer eres tú? Por mucho que lo ponga tu DNI, no tienes un maldito agujero sin mierda para meterla dentro. Eso te discapacita como mujer.

Bueno, y me largué. No quise escuchar más. Ya no es suficiente con aguantar a los orangutanes y a los cazadores. Encima tengo que arreglar el problema de dónde mean las mujeres con rabo. Hay que joderse.

Los japoneses son más listos. En su país los baños son unisex. Miren la foto.

27 marzo 2007

Crímenes en serie



Aguardo moribundo
la insensatez de esta pulsión
de sangre rígida.


Duermo en el desecho
de esquirlas mecánicas
como un artesano
de conciencia.

Adopto los sucesos
de la urbe sombría,
las galaxias dolorosas
y las fábricas de nubes.

Exijo la ponderación del daño:
de todos los crímenes
soy coautor.


Mierda: lo confieso, soy un bardo poeta.
Y adoro a las niñas gallegas.

25 marzo 2007

ROSA LLOVIZNA Y EVA PARAÍSO: compromiso sin piso




Brujilda Galpón, Edmundo Mantel y Johnny Ingle tienen el gusto de anunciarles el compromiso de sus apadrinadas Rosa Llovizna y Eva Paraíso. Se trata de un compromiso sin piso y sin prisa (no hay penalti de por medio, que ya se sabe, nadie copula en el Universo en realidad, todo son agujeros de gusano).

Esto sucedió del siguiente modo:

Eva Paraíso se paseó contoneándose por la acera donde viven los locos. La pobre venía en un horrible estado delirante. Se comunicó con todos nosotros sin que lográsemos entenderle una palabra. Esa fue la prueba definitiva de que se le iba la pinza.

Mantel se enamoró de ella. Ojitos de ancla la llamó, carita de piel tostada, te mereces una camisa de fuerza de colores (y por debajo un wonderbrá de fuerza, apostilló Ingle).

Eva Paraíso temía, por efecto de los agujeros de gusano, aparecer en el Pleistoceno con las medias bajadas a la mitad, qué vergüenza.

Se te va la olla hasta el cielo, Evita, exclamó Rosa Llovizna, contenta por haber encontrado una hermana de leche. Procedemos de la misma rama: nuestros ascendientes habitaban las ramas, y nosotras nos vamos por los cerros de Úbeda. Y la llamó grillo, y a Evita le encantó. Y Rosa Llovizna, se llevó el gato al agua, y le propuso formal compromiso a Eva Paraíso.

Ahora somos cinco en la casa de Rosa Llovizna. Aquello es como el bastón del loco, va para arriba y para adelante, o sea, pallá... Mientras Rosa Llovizna quiere ser olorista, Eva Paraíso proclama su olor a ardilla.

Y las palabras no se duermen nunca, son jodiditas. Pero en la casa de Rosa Llovizna no se entiende un carajo lo que la gente dice. Nadie sabe lo que habla, pero sabe que lo habla. Dice el grupo en su terapia que por eso no se dejan comentarios, a pesar de que el blog lo dice bien clarito: que se acepta barco, con la única condición de que el barco tenga culo, y que el culo sea pajagoso.

Estas son las reglas para VISITAR LA CASA DE ROSA LLOVIZNA Y EVA PARAÍSO. Invitan los padrinos, ya saben. Pueden comer y vomitar cuánto les apetezca. Si alguien dice algo que tenga sentido, se le asesina y aquí no ha pasado nada. Jo, jo jou (risa de Papá Noel).

19 marzo 2007

Quiero asesinar orangutanes




No estamos solos, queridos niños. Ellos han escapado de las jaulas, están iracundos. Huelen nuestra sangre funcionarial a kilómetros de distancia. Les excita una Administración pública.

Llegan sudorosos a nuestros edificios. Hacen incursiones a las oficinas, se alimentan de plátanos, piden ser recibidos, y vomitan su mierda en los despachos.

Los orangutanes lo pudren todo, son sus patonas peludas. Causan temblores de grado siete en la escala de los orangutanes. Quieren joderte, su placer es joderte.

Los orangutanes saben de Derecho. Cien días en la selva les va mejor que cinco años en la Facultad. Dominan leyes, esgrimen derechos, escriben instancias.
Piden dimisiones, a la par que cagan. Eructan insultos con exclamaciones. Quieren que mueras para que impere la ley de la selva. Por eso es mejor asesinarlos. Ya tengo mi hacha, y estoy en la esquina, esperándoles, malditos monstruos peludos.

Yo quiero irme de caza. Armado con una escopeta de tiros de gofio en polvo. Ya tengo la licencia, de caza mayor. Este domingo se abre la veda: Yo quiero cazar un cazador adulto. Rubio o con barba, me da igual. Que huela a sudor, me azuza el instinto. Este domingo, quiero matar a un cazador. Y llevármelo a rastros, exhibir mi presa, en un bar de pueblo. Emborracharme con ginebra y eructar de placer.

Queridos niños. La violencia es de hombres. Vamos a joder a los orangutanes y a los cazadores.

12 marzo 2007

¿Dónde ponemos los condones?



El universo debe tener su orden, y cada cosa estar en su sitio. La cuestión es: ¿cuál es el sitio de cada cosa? Comprendemos el mundo gracias a que asociamos ideas, pero los objetos también necesitamos aparearlos para que tengan sentido. El rollo de papel higiénico está junto al váter porque ambos nos sirven para cagar.

Cuando los elementos a ordenar son escasos no hay problema. En nuestras casas, por ejemplo. Podemos entrar a la morada de un desconocido y, sin preguntarle, ir directo a los huevos: que impepinablemente yacen en la estantería superior de la nevera. Sin embargo, intente usted encontrar los huevos en un hipermercado desconocido: se pasará horas empujando el carrito por laberínticos pasillos, y al final insultará a la cajera y renunciará a los huevos.

Son muy complicados de ordenar los hipermercados, porque hay miles de productos y se trata de que el cliente encuentre lo que busca y lo meta en la cesta. Sabemos que ellos se esfuerzan, porque cada dos por tres nos encontramos todo cambiado de sitio. Será para mejorar, pensamos. ¿O será por joder? Circula por ahí un mito urbano según el cual esas alteraciones tienen como fin que, buscando-buscando, acabemos comprando cosas que no necesitamos.

Yo no me lo creo. He vivido experiencias que me hacen pensar en una inteligencia superior, que ordena para alcanzar el bien de los sufridos consumidores. Por ejemplo, hace un par de meses, y después de mucho tiempo sin consumir queso amarillo en lonchas, necesité comprar un poco para unas visitas. Jah. Me fui a la sección de quesos, recorrí el pasillo de un extremo a otro, me impregné hasta la médula del fuerte olor a oveja podrida, y nada. Había quesos amarillos enteros, y quesos blancos en todos los formatos, pero nada de queso amarillo en lonchas. Podía coger número en la charcutería y pedirlo al peso, pero eso es mucho lío para un desesperado como yo. ¿Pero cómo es posible que Alcampo no tenga bandejas de queso amarillo en lonchas? No me cabía en la cabeza. Hasta hacía poco había todo un surtido de marcas y variedades.

Renuncié. Tomé lo más parecido, un queso blanco, y seguí con la compra, pero frustradísimo, porque me había pasado media hora trabado con el misterio del queso amarillo. Y entonces, justo cuando iba a por el jamón, me lo encontré ahí: un poco más adelante habían dedicado un pasillo completo ¡¡¡ a los sándwiches!!! Nada menos que a los sándwiches. Y tenían juntos el jamón cocido y el queso amarillo en lonchas. Incluso algunas bandejas con las dos cosas mezcladas. Bendito Rendentor, pensé, qué listos son los jodíos. Si uno se hace un bocadillo siempre necesitará jamón y queso, lo lógico es vender las dos cosas juntas.

Pero esta tarde estuve en el Carrefour y me encontré con algo que me hizo dar un respingo y exclamar: ¡HAY QUE JODERSE! En efecto, qué rara cosa, qué lugar para ese producto. Vamos a ver: Si ustedes fueran gerentes de un hipermercado, ¿dónde colocarían los preservativos? Ya sé, la leche condensada y el azúcar los ponen con el café; el dulce de membrillo con las mermeladas o junto al queso, pero… ¿y los condones? ¿Con qué pegan los condones?

Una vez en Mercadona los tenían expuestos con los plátanos. Plátanos pequeña enana con preservativos normales. Plátanos gran enana con los condones de talla grande. Estaba gracioso. Pero alguna gente tímida dejó de comprar plátanos. Y sí: los condones asustan a los compradores. Todo el mundo tiene miedo a esas tripas: no quieren que los otros piensan que follan, joder, qué vergüenza.

En Alcampo hasta hace poco los tenían junto a los polvos. No está mal la asociación. Los condones son apropiados para los polvos, aunque estos eran los polvos de talco y ahí la relación se pierde un poco. La relación no tiene que ser de similitud funcional. Teóricamente caben otras asociaciones. Una vez, en un supermercado menor, me encontré los condones junto con latas de atún. No entendía aquello. Le pregunté al reponedor y me explicó que era por la fecha de caducidad. Y en efecto: ustedes se habrán percatado de que tanto los condones como las latas de atún caducan a los cinco años. No era idiota el dueño de aquel supermercado.

Pero ya les digo, lo que vi esta tarde en Carrefour me puso los pelos de punta. Entré y fui a echar un vistazo al pasillo de lencería de mujer (siempre lo hago, no pregunten, pero no puedo evitarlo, es un hobby como otro cualquiera: y me encanta que las señoras se espanten cuando ven a un macho rondando esa sección). En la esquina, junto a las braguitas y sujetadores para chicas más jóvenes, habían puesto un expositor de preservativos. ¡Coño! ¿Pero por qué? Al principio me chocó, no era el sitio, estaban totalmente alejados de las cremas, colonias, tiritas, agua oxigenada, cosméticos en general.

Pero al rato, tonto de mí, lo entendí. La niña que va buscando bragas bonitas de fantasía es porque ha comenzado a follar y necesita gustarle a su novio. Mientras no tienen novio, ellas se conforman con las bragas de algodón que les compran las mamás, con sus tortuguitas incluso, no problem. Pero cuando llega el día de enseñar el culo ellas quieren estar sexys, y ahí es donde se forra el Carrefour. Por seis euros unas bragas rojas de encajes bonitas que te cagas (o mejor, que te joden).

Pero claro, toda esa jodienda tiene que ser con prevención. Y ahí entran los condones. Justo al lado de las bragas para chicas jóvenes. Ellas deben comprarlos. No están al lado de los accesorios para coches, para que los compren los muchachos. No. Están al lado de la lencería de niñas. Como debe ser. Lo entendí: ¡¡¡felicidades, señores del Carrefour!!!

Ahora, permitan que les deje. Me acabo de acordar que es tiempo de revisar mis latas de atún: deben de estar a punto de caducar (de nuevo, ji ji).

04 marzo 2007

Hola mi amor, soy yo tu lobo




Por si usted quizás alcanzó ya una edad un poco madura y, encontrándose solo, no desea enfrentarse más a la ardua tarea de buscar una pareja, le voy a dar algunos consejos para desembarazarse de la incómoda pulsión sexual.

Quizás al principio de su nueva situación usted pensó que bastaría con omitir el deseo, desterrar los pensamientos lúbricos. Desafortunadamente vivimos en una sociedad que continuamente nos bombardea con estímulos. No podemos evadirnos. Hay que buscarle solución. Pero, ¿qué solución?

De entrada está la mano. Esto es intuitivo. De pequeños, y sin haber recibido ninguna instrucción, la mano se movió por si sola y descubrió el modo. Luego, hasta los últimos días de nuestra existencia, la mano no nos abandona. Tengo un amigo muy religioso al que un día le pregunté por qué creía él en Dios. Su respuesta fue tan sorprendente que me hizo dudar de mi ateísmo: me dijo que él veía claro que Dios existía porque nos había dado la mano. Las vacas no tienen mano, pero el granjero las proveyó de barandillas tubulares para restregarse. Más o menos es lo que hizo Dios con nosotros, al crearnos con mano.

Pero si a usted la mano no le resuelve, porque piensa que ya es mayorcito para estas cosas y le hace sentirse ridículo, o bien porque la convivencia con una pareja le acostumbró a la alteridad, tenga en cuenta que existen opciones muy satisfactorias. Expondré algunas.

Para la mujer no voy a decir mucho. El asunto es bien sencillo. Tan sólo es necesario disponer de una pequeña huerta en los aledaños de su casa o un jardincillo en el patio trasero (en la fachada no sirve, por la falta de intimidad). Pues bien, si posee esta infraestructura, hágase con una semilla de la famosa FLOR PENE y habrá resuelto para siempre el problema de la concupiscencia.

Si es usted hombre estará al tanto de los múltiples artificios que se han venido empleando a lo largo de la historia como remedio de la soledad. No haga caso, no todos valen. Déjese de animales vivos. Es cierto que criar una gallina no es difícil, pero no es cuestión de pescar una gripe aviar en sálvese la parte. Los métodos que aquí propondremos son más estériles.

Yo recomiendo el melón, que es un clásico. Y porque ahora, con esto de los frigoríficos, podemos tenerlos en cualquier mes del año, aunque no sea temporada. Provéase de uno de estos frutos, bien redondo, carnoso y con buenas semillas. Apriete en los extremos para comprobar que esté blando. Practique un agujero en una de las puntas y ¡enhorabuena! ¡Usted vuelve a estar casado! Si usa preservativo y lo guarda en la nevera, el melón le puede durar hasta quince días. En este caso, recuerde sacarlo una hora antes de la relación sexual para que coja temperatura.

Lo que pasa es que al final ocurre lo del chiste del Rey que quería echar una cana al aire. Cuando alguien le pregunta por qué teniendo una mujer hermosa como la Reina se quiere beneficiar a una plebeya, el Rey le contesta que la perdiz es muy sabrosa, pero que comer perdiz todos los días produce hastío. Y esto mismo puede pasar con el melón. Hay días en que uno desearía otra cosa.

La semana pasada vi la película LOS DOS LADOS DE LA CAMA, una cinta memorable. Aborda el tema de las parejas, las separaciones, la bisexualidad. A dos amigos les dejan sus respectivas novias, y se enrollan entre sí (ellas). Un tercer amigo también es abandonado por su novia, que le pone los cuernos. Él se va a vivir con los otros dos. Y un buen día aparece en casa con un lobo disecado, que los otros repudian. Pero él no lo suelta ni a sol ni sombra. Después de muchas vicisitudes, los dos amigos cuyas novias se convirtieron en lesbianas se ponen a meterse mano, y el del lobo, que acababa de llegar, los sorprende en la cocina. Ellos se justifican diciendo que, según los estudios, casi todos nosotros somos, en el fondo, bisexuales. El otro se queda mirando al lobo con ternura y replica: “Que me lo digan a mí…” Un golpe genial.

A mí me pareció una idea excelente, lo de tener un lobo disecado siempre a mano como compañero sexual. Es suave de pelo, nunca se pone histérico, tiene una mirada dulce y no hay que hacerle agujero, como al melón, porque el lobo ya tiene agujero. Pero ¿cómo hacerse con un bicho de estos?
El señor DEL HIERRO, amablemente, me puso tras la pista de Maxim Fedorov, taxidermista de Bielorrusia que oferta sus productos a través de su PÁGINA WEB. En cuanto vi al de la foto sentí, salvando las distancias, algo parecido al amor a primera vista. Tenía que ser mío, no había más de qué hablar. El erizo con botas y fusil también era tentador, pero el inconveniente de las púas me hizo desistir. Nada como la suavidad de un lobo estepario. Y esos ojos, penetrantes y dulces…

En fin, que hablé telefónicamente con el señor Fedorov (no sin dificultades, ya que su inglés es pobre y el mío paupérrimo), y llegamos a un acuerdo. Con el certificado veterinario para la importación, el lobo entero me salió por 1000 Euros, que pagué contra reembolso al recibir el paquete por una empresa de mensajería (DHL Internacional).

Ya llevo tres días usándolo. Por eso me he retrasado en escribir. Estos días ha habido un eclipse de luna. Pero para mí ha sido, de todas formas, una entera luna de miel. Y ahora me disculparán. El lobo disecado me mira de nuevo con sus ojitos tiernos. Tengo que dejarles. Hasta lué.