21 febrero 2008

Elixir de la eterna senectud


En el Diario 20 Minutos de hoy se comentan posibles acciones del Ministerio de Sanidad contra Sánchez Dragó por recomendar el consumo de melatonina, sustancia clasificada como medicamento y cuyo uso sólo pueden prescribir los facultativos. Sánchez Dragó declara que la toma desde hace años y que para él constituye un elixir de eterna juventud.

Me parece mal que se persiga a Sánchez por este motivo. Si realmente es una droga que pueda acabar matándolo, es lo mejor que podría ocurrirle a la humanidad. Dragó afirma que es inocua, pero está claro que, como mínimo, produce confusión mental: si no, ¿a qué viene eso de afirmar que es el elixir de su eterna juventud? ¡Pero por dios! ¿Se habrá visto la cara en algún espejo? ¡Si tiene más arrugas que la entrepierna de un taxista!

Ciertamente es un hombre de una cierta edad. Pero aún cuando era joven ya tenía la misma cara de papa arrugada. Es el eterno viejo. De modo que si su secreto es que consume melatonina a espuertas, lo que esto demuestra es que la tal sustancia no rejuvenece, sino que directamente le lleva a uno a la Residencia Geriátrica a la velocidad de un Ave Madrid-Barcelona o viceversa.

Sánchez Dragó, sin embargo, está convencido: la ingesta de esta droga le permite desarrollar una actividad frenética, que se traduce en tres libros en diez meses, programas de televisión, conferencias, columnas en periódicos, entrevistas, viajes cañeros, juergas (que yo creo que se refiere a irse de putas), etc. Si estos efectos fueran atribuibles a la melatonina, habría que sancionarlo o meterlo en un centro de desintoxicación: porque los pobres españoles no nos merecemos tres libros de Sánchez Dragó en diez meses. Es demasiado castigo para nuestros pecados.

Confieso que sólo me he leído un libro de este señor: "La prueba del laberinto". Creo que fue Premio Planeta, si no recuerdo mal. Pero qué asco de novela, oiga. Una mierda de pájaro es más literatura que lo que escribe este individuo, que infringe brutalmente lo más sagrado de la escritura creativa. El libro no es más que una recopilación de refranes, aforismos y frases hechas: lo cortés no quita lo valiente, los que las dan las toman y a otra cosa mariposa. Así es como habla el narrador de "La prueba del laberinto". En cualquier taller de escritura le hubieran dicho a este espantajo arrugado que usar frases hechas, manidas y sobadas, es un pecado de órdago, y que el arte de crear escribiendo consiste en eso: en el hallazgo de lo insólito y lo inesperado. Por lo demás, la acción de la novela se resume en una sucesión de majaderías incomprensibles sólo pausadas para que el escritor-narrador consuma su ración de hachís (la melatonina se entiende implícita). Pretenciosamente llama a su hija ficticia Samarcanda, cuando es posible que su hija real se llame Merche o Almudena, como cualquier madrileña (no voy a investigar si tiene hijas, que no me interesa).

Si escribiendo libros es un caga-tulipanes, deberían proscribirlo en las televisiones, ya que, por muy bonitos atriles que use para apoyar su guión, resulta intolerable para el telespectador tener delante el rostro arrugado de este drogata durante una hora con sus minutos. No es un secreto que a los niños les espantan los viejos. Si sacamos a Sánchez de la caja tonta protegeremos nuestros infantes, en particular, a la Infanta Leonor de Borbón, a la que debemos resguardar de experiencias desagradables para que en un futuro nos represente con dignidad y no se dedique a enseñar las bragas a la prensa y atropellar peatones, como hace Britney Spears.

Además de promocionar la melatonina, Sánchez Dragó es también un notable mentor del sexo tántrico: otra de las recetas que, según él, le permiten sostener su frenética actividad mediática. La doctrina tántrica arguye que la eyaculación del hombre le supone un esfuerzo ciclópeo y le repercute un agotamiento extremo. Literalmente: el hombre se queda "mamado". Por eso recomienda que de cada diez veces que se haga el amor, se eyacule sólo una. En el resto de los episodios el macho debería contenerse y volver al relax sin consumar.

Parece una barbaridad. De todas formas lo del agotamiento no puede haber quién lo niegue. Si uno no se duerme, las cuatro o cinco horas siguientes a la explosión blanca son muy grises, de ánimo y de fuerzas físicas. El macho se vuelve pesimista y la sensación corporal es como si hubiese donado medio litro de sangre. Así de inválido es el post coitum.

Sin embargo, peor que el agotamiento es eso de "reservarse" y guardar "el asunto" para otro día que pinte mejor. Creo que va contra la naturaleza. En el fondo, el hombre es como cualquier animal de ubre (vaca o cabra), que si no se ordeña a diario se pone inquieto y de mal carácter.

A mí me cuesta creer que Sánchez Dragó practique el sexo tántrico, como también me cuesta creer que practique cualquier otra variante del sexo (incluida la ordinaria). No sé qué clase de persona (hombre o mujer) podría tener tanto estómago como para consentir, aún a cambio de dinero, tener de frente la cara arrugada de este yonqui de la melatonina (si tiene así la cara, no quiero imaginarme su escroto).

En fin. No puedo escribir más: He de reconocer que esta tarde me siento bastante débil…


PS: Por si alguien está más dotado que yo para la caridad, Sánchez Dragó regenta su propio blog. Él agradecerá sus jugosos comentarios. En su página hay links para comprar melatonina: por si usted gusta de ser eternamente joven.

07 febrero 2008

En tiempo de sequía no hagas tiramisú


Cuando pasan meses sin llover se sufre mucho. La desconfianza se apodera de uno: ¿Y si el cielo se hubiera cerrado para siempre? Me imagino una primavera sin pájaros, pero no una ciudad deshidratada. En el desierto se sobrevive con medio litro, pero eso es porque la arena está cerca y la arena lo admite todo y lo cubre todo (me refiero a la inmundicia).

¿Qué haría una ciudad con millones de habitantes sin poder tirar de la cadena? Siempre queda el recurso de comprar en los hipermercados arena para gatos y hacerlo en una esquina del salón. Claro que este comportamiento deshumaniza: por más que la arena sea perfumada…

Afortunadamente esta noche estoy excitado porque hay pronóstico de que mañana lloverá en Canarias, después de dos meses de estío. Esta pequeña felicidad se verá ensombrecida por la pertinaz sequedad de las tierras catalanas. Y es que yo lo paso mal también por solidaridad española. Reconozco que más arriba de los Pirineos el problema acuático ya no me conmueve. Y esto es así no por xenofobia, sino porque son los telediarios los que me inculcan la solidaridad y me provocan la angustia. El nivel de los embalses en Cataluña está al 23 por 100 y sigue bajando. Hoy mismo se anuncian multas de 3000 Euros para los catalanes que se atrevan a lavar el coche: pienso en la Sra. Akroon enfilando el Juzgado con su vehículo luciendo infames chorretones y se me saltan las lágrimas.

Depender de los embalses es muy estresante porque puedes hacer un cálculo de lo que te queda de vida. Sin agua no hay vida, y ahora mismo en Cataluña están a menos de un 25 por 100 del límite de supervivencia. En Canarias, como el agua se obtiene de pozos y galerías (y desaladoras) este problema no es visible: y ojos que no ven, corazón que no siente. Podemos jugar a que el agua que está dentro de la tierra es infinita y nunca se acabará, aunque a los niños se les pudran los dientes con el exceso de flúor.

De modo que he estado meditando estos días y se me han ocurrido muchas ideas para mitigar la escasez de agua, estirando en lo posible nuestra expectativa vital. Los remedios de siempre están demasiado manidos, y así no vamos muy lejos: dúchate en lugar de bañarte, no dejes correr el grifo mientras te cepillas los dientes, no pongas la lavadora hasta que no esté hasta la bandera de ropa hedionda, etc. Poca imaginación.

Para empezar, mientras no llueva deberíamos abstenernos de hacer tiramisú. A mí me apeteció después de muchos meses y ya ni me acordaba de la receta y sus problemas. El Minipimer estaba muerto de risa en el cajón, diciendo hay que ver cómo eres, que nunca me sacas a dar unas vueltas… Y tan olvidado lo tenía que pulsé el botón del turbo creyendo que era el de batir lento y al primer contacto del aspa con el Mascarpone las cristaleras recibieron una lluvia blanca parecida al gotelé. En fin: que el postre me quedó rico y ha sido una semana de gula total, pero la ejecución resultó tan pringosa que me cagué en mis muerto y me prometí que en adelante consumiría exclusivamente flanes Reina de huevo con bizcocho, y natillas Reina con galleta: todo prefabricado y limpio. Me pasé media hora lavando cacharros y útiles. Gasté más agua de la que seguramente consume una familia media catalana en todo un día de mear y lavarse los dientes.

Así, pues, en época de sequía nada de tiramisú. En general, consuma alimentos precocinados y use cubiertos y platos de plástico. No sea tan limpio: lavarse los dientes sólo es absolutamente imprescindible si tiene perspectivas de recibir un beso con lengua antes de dormirse. Olvídese de los jardines verdes: un parterre de grava y unos mojones de piedra causarán el mismo efecto. Deje la fregona para las fregonas. Limpie el suelo con trapos húmedos del mismo modo que los azulejos. El coche también se puede abrillantar con paños húmedos.

Recicle el contenido del cesto de la ropa sucia. Pruebe a extraer una camiseta usada y húelala: si no pierde la consciencia es prueba de que puede volver a ponérsela sin peligro. Los calcetines, que nadie los ve, no necesitan estar limpios. De la ropa interior se puede prescindir sin que pase nada. En general, haga el ejercicio de recuperar costumbres ancestrales y adquiera tolerancia al típico olor de zorro. La humanidad ha sobrevivido millones de años oliendo de esa guisa. Nada nuevo bajo el cielo. Si los pantanos van al 23 por 100, hay que ir pensando en perder los escrúpulos y reivindicar el olor a zorro. Si usted es mujer, también puede oler a zorra y nadie la recriminará.

Todos estos trucos se pueden ir aplicando progresivamente, dejando los más graves para cuando el porcentaje esté próximo al uno. Piense que se puede sobrevivir con medio litro de líquido al día para beber. El agua no es tan necesaria.

Pero si usted es ambicioso y quiere alcanzar la perfección de la sostenibilidad total, valore la posibilidad de sacar del desván la vieja escopeta de caza de su abuelo, cargue un cartucho y dispárese a la sien. En cuanto retiren el cuerpo y limpien la humedad del suelo, usted habrá alcanzado el grado óptimo de consumo de agua: Ahora puede reírse de la sequía y dejar de consultar en Internet la página del Meteosat.


PS: Fotografía del Meteosat al tiempo de firmar este post: cómo puede apreciarse, un enorme rabo de nubes dispuestas a chingar está a punto de entrar en contacto con las islas. En algunas casas, la gente ya ha comenzado a batir los huevos (para el tiramisú).